Las ondas del mal y la humildad del científico

Médico del medievo vestido para la ocasión (Peste Negra)

Cuando hace cinco siglos la península era azotada por una plaga llamada tabardillo los catedráticos de Valladolid, Salamanca y Alcalá se enzarzaron en una de las más apasionantes discusiones de la historia de la medicina intentando determinar cual era el origen de la misma. Los había que guiándose por los astros argumentaban que las mutaciones astrológicas eran las causas, los que habían conocido casos de peste que las ropas infectas eran las culpables, sin olvidar a los que argumentaban que la culpa de todo era de los moriscos.

Hombres de ciencia y renombre, la flor y nata de la época.

Y aunque han pasado cinco siglos y los historiadores siguen sin saber cual fue el origen de aquella epidemia, a la hora de establecer la causa de una enfermedad el devenir de la historia y el trabajo de generaciones de científicos nos ha dejado dos sendos pilares básicos: los postulados de Koch (1884) y los criterios de causalidad de Bradford-Hill (1965).

Por poner un ejemplo de la importancia de estos avances a los postulados les debemos el haber determinado el agente causante de la tisis (hoy en día conocida como tuberculosis), la mycobacterium tuberculosis. Y a los criterios de Bradford – Hill establecer la relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón. Los primeros son el culmen de la era de la microbiología que inicia Pasteur y los segundos el surgir de la epidemiología moderna, la aplicación de la estadística, biología y el empirismo a la medicina.

Hasta hace no demasiado esto no estaba tan claro

Estas son las herramientas con las que la ciencia trabaja.

1. La causa antes que la patología

Imaginemos ahora que una persona refiera dolor de cabeza, insomnio, arenilla en los ojos, garganta seca, etc. de un primer vistazo se podría pensar en una sinusitis y/o rinitis alérgica por ejemplo. Pero tras un largo perenigrar por todos los especialistas no dan con la causa ni un tratamiento que alivie sus síntomas. Hay dos conclusiones posibles: hay un error en el diagnóstico o los síntomas no tienen causa física.

Pero este paciente ha tenido la suerte de caer en manos de vuestro médico encargado de prácticas y ese día está especialmente cansado, de manera que con una sonrisa disimulada entre dientes os ha encargado historiarlo. “Para que aprenda” habrá pensado y vosotros le habéis respondido mentalmente “te vas a cagar con la historia que le voy a hacer”, aunque sea la primera que hacéis.

Empezáis con:

“Mujer de 48 años, hace diez años refirió agotamiento extremo. Presunto diagnóstico de mononucleosis. Los dos años posteriores intercala episodios de alergia y resfriados. En 2004 cambia su domicilio y relaciona los síntomas con la cercanía de una torre de telefonía. Refiere fuerte cefalalgia al acercar el teléfono móvil al oído”.

Has fruncido el ceño al escribir eso, pero lo has escrito, es lo que la paciente refiere. ¿Pero cómo es posible? no tenemos receptores para percibir los campos electromagnéticos y no hay casos descritos y publicados, sin mencionar que toda la población humana está expuesta a los campos electromagnéticos; pues a fin de cuentas toda la tierra es un gran campo.

De cualquier manera, decides explorar la hipótesis, a fin de cuentas la paciente está sufriendo y si descubres una relación podrás enviar a la mierda a ese adjunto e ir a Estocolmo a recoger el Nobel.

2. Analizando la hipótesis

Visto que no es un agente infeccioso, te decantas por los criterios de causalidad y empiezan los problemas. Antes de empezar hay que determinar el agente a estudiar: ¿los campos electromagnéticos? dentro del espectro del electromagnetismo hay un amplío rango de radiaciones, desde la ondas de radio hasta los rayos gamma, pasando por la luz visible. Centrémonos en las relacionadas con la telefonía móvil: las microondas UHF.

Espectro electromagnético

Vamos a analizar los criterios:

I) fuerza de asociación: mide la relación estadística entre dos factores, cuanto mayor sea la relación, mayor la fuerza; es decir, la relación entre la exposición y el riesgo estadístico de sufrir la patología. En este caso solo tenemos un caso en concreto, de manera que nos tenemos que ir a los casos del PubMed y que tras consultar varias revisiones sobre el tema (28 encontramos publicadas) nos queda claro que son aun muy pocos los casos descritos y que (casi) todas las revisiones resuelven que en no hay asociación estadística. Pero seguimos con el siguiente.

II) Secuencia temporal: el agente debe aparecer antes que los síntomas. Parece que este criterio se cumple, aunque siempre nos quedará la duda de cual fue el desencadenante que creó la sensibilidad hacia las microondas, pues desde 1980 que se utiliza la comunicación por microondas y la paciente solo refiere síntomas desde el 2001.

III) Efecto dosis respuesta: a mayor dosis o más tiempo de exposición mayor riesgo de padecer la enfermedad. En la mayoría de revisiones se menciona que dicho efecto no se cumple, pero sabemos que si llevamos la intensidad de las microondas al máximo, fuera de las frecuencias que se utilizan en comunicación, las microondas resultan dañinas. De hecho están muy bien descrita en la literatura médica las quemaduras por microondas.

¿Que diferencia a unas de otras?

Las microondas se clasifican en distintos grupos según su frecuencia y longitud de onda.

Denominación de la banda

Abrev.

ITU band

Frecuencia y longitud de onda

Ejemplos de usos

< 3 Hz > 100,000 km Ruidos electromagnéticos generados por el hombre y la naturaleza
High frequency HF 7 3–30 MHz 100 m – 10 m Radios de ondas cortas, aviación, radar
Very high frequency VHF 8 30–300 MHz 10 m – 1 m FM, televisión,  radio comunicación marítima y terrestre
Ultra high frequency UHF 9 300–3000 MHz 1 m – 100 mm Televisión, hornos microondas, radio astronomía, teléfonos móviles, wireless, LAN, Bluetooth, GPS, etc.
Super high frequency SHF 10 3–30 GHz 100 mm – 10 mm Radio astronomía, aparatos de microondas, wireless LAN, la mayor parte de los radar modernos, comunicación por satélite, etc.
Extremely high frequency EHF 11 30–300 GHz 10 mm – 1 mm Radio astronomía, teledetección, active denial system (ADS)

En principio por lo tanto nos moveríamos en las UHF (300–3000 MHz), pero la sintomatología que describe con el wifi (2400–2483 MHz) y los teléfonos móviles (824 MHz, 1710MHz) no parece que se reproduzca en frecuencias intermedias como pudieran ser las de la televisión o canales de radio (470 – 862 MHz).

De manera que establecer si el criterio se cumple en este caso pudiera ser dudoso (hay revisiones que refieren directamente la “inexistencia de la relación dosis-efecto”), si pareciera que un mayor tiempo de exposición empeora los síntomas, pero parece que ondas de similares frecuencias como las de la televisión o radio quedarían excluidas. Esto resultaría contradictorio teniendo en cuenta que se trata de las ondas “artificiales” a las que más tiempo se expone el cuerpo humano.

A pesar de todo pasamos al resto de criterios, en este caso los de coherencia científica.

IV) consistencia: hasta el momento los distintos intentos de reproducir los resultados de aquellos estudios que postulaban la posible existencia de la electronhipersensibilidad han sido infructuosos.

V) plausabilidad biológica: exceptuando las quemaduras por microondas (lesiones por calor producidas por frecuencias de 2.4 GHz o superiores), las microondas al pertenecer al grupo de las las radiaciones no ionizantes no tienen capacidad de alterar la estructura del DNA y por lo tanto de causar mutaciones (y cáncer, entre otras cosas). Esto no quiere decir que las microondas no puedan causar ningún tipo de lesión, de hecho, las quemaduras por microondas son bien conocidas y se dan por la excitación de las moléculas del agua.

Radiación ionizante alterando el DNA

La potencia en cambio que tienen los dispositivos mencionados experimentalmente apenas ha sido capaz de aumentar en una centésima de grado la temperatura de la epidermis del pabellón auricular. Aumento de la temperatura apenas detectable e inferior al que provoca la exposición de la piel a la luz solar.

VI) especificidad: el agente debería poder causar unas consecuencias específicas, detectables y diferenciadas. El cuadro sintomatológico en cambio bien podría encajar con una larga retahíla de patologías de otorrino y alergías. De hecho, en estos momentos los tratamientos que mayor eficacia han demostrado son las terapias cognitivo-conductuales, incluso en comparación con otras como la acupuntura, suplementación a base de antioxidantes o escudos aislantes de ondas electromagnéticas.

Sin mencionar que aquellos estudios a favor de la tesis que inicialmente tenían mayor consistencia hacían una relación de síntomas totalmente opuestos a los referidos por la paciente, centrados en las afecciones cutáneas, cuya especificidad ha sido cuestionada hasta ser descartada finalmente también.

VII) evidencia experimental: a pesar de los conflictos éticos que causa este criterio es el de mayor importancia y hay que preguntarse: ¿se han podido reproducir los síntomas al someter a voluntarios o animales a estas mismas ondas electromagnéticas? aparentemente no, los intentos (46 estudios) han sido en vano, aunque se ha visto un claro empeoramiento de los síntomas al someterse al nocebo.

3. ¿Y ahora qué?

Parece claro que los criterios de causalidad no se cumplen y que con la evidencia actual no puedes afirmar que haya relación entre las ondas electromagnéticas y los síntomas que refiere la paciente.

Miras la historia que acabas de redactar, ¿que tiene entonces esa mujer? su cuadro parecería una alergia si excluyeras lo que te ha narrado. ¿Pudiera ser un trastorno somático? excluido el diagnóstico erróneo y la posibilidad de una nueva enfermedad, casi sería la única opción.

Respiras hondo, a ti solo te han encargado realizar la historia, ya se encargará el adjunto de dar con lo que tenga la paciente, aunque tienes la impresión de que le va a dedicar bastante menos que la media hora que te has pasado haciéndole todas las preguntas habidas y por haber.

4. La humildad del científico

¿Podemos afirmar que las ondas electromagnéticas son incapaces de causar daño alguno? no, el espectro electromagnético alcanza desde las ondas de radio hasta los rayos gamma, teniendo estos últimos una capacidad carcinogénica harta conocida.

¿Podemos afirmar que todas las radiaciones no ionizantes son incapaces de causar daño alguno? tampoco, las ondas microondas de un horno pueden provocar quemaduras, cataratas, fotoqueratitis, etc. en el caso de que el ojo o la piel se exponga directamente a ellas en un horno. 

¿Podemos afirmar que las ondas de teléfonos móviles, wifi, etc. (radiaciones no ionizantes) son incapaces de causar el cuadro que describe la paciente (Electrohipersensibilidad)? en principio, teniendo en cuenta el estado actual de la cuestión y haber estudiado las evidencias de las que se dispone, SI.

Ahora bien, “en principio” y “teniendo en cuenta el estado actual de la cuestión”. ¿Y por que matizar tanto? podríamos decir por que según Thomas Kuhn los paradigmas científicos cambian continuamente, pero vamos a ser sinceros: la medicina ha matado y/o dejado morir a demasiadas personas por agarrarse al paradigma o el conocimiento científico imperante.

Vendrá el purista y considerará que los que se hacía en el siglo XVI no era ciencia. Bien, es verdad, pero estamos hablando de medicina, una disciplina que se incorporó al método científico de manera apresurada en el siglo XIX siendo generosos. Durante siglos no solo hemos aplicado sangrías ineficaces que se llevaron por delante a personajes ilustres como George Washington, sino que creíamos que las úlceras gástricas eran causadas por el stress y la comida picante y que la tuberculosis se podía curar con transfusiones.

Es por ello que el médico como científico ante todo se debe agarrar a la humildad y precaución aun cuando les respalden centenares de ensayos clínicos, revisiones y metaanálisis. La disciplina que ejerce se llevaba hasta hace no tanto más pacientes por delante de los que curaba. Y por muy firme que parezca el paradigma y sus axiomas, puede resquebrajarse de un momento a otro en alguna de sus partes.

Helicobacter pylori

¿Quien habría esperado que fuera ua una bacteria la responsable de la mayoría de las úlceras perforadas? se tuvo que esperar hasta el año 1994 a que los INH de EEUU introdujeron la antibioterapia para su tratamiento. Fijaros que cambio supuso que en 2005 Warren y Marshall ganaron el premio Nobel por el descubrimiento y tampoco no es para menos, pocas personas se habrían inoculado la bacteria que investigaban para demostrar su relación con una enfermedad. Insisto, a pesar de estos grandes descubrimientos, son más de 2.500 años metiendo la pata una y otra vez y los que nos quedan por delante.

Eso si, no nos engañemos, el médico ejerce su profesión tomando como base aquello que es conocido, aquello probado, demostrado y evidenciado. Por que

no podemos estar seguros de que la ciencia sea cierta, pero tiene más oportunidades de ser cierta que ninguna otra cosa. (Bertrand Russell)

Y la estadística son vidas que se salvan.

Bibliografía:

  1. A Systematic Review of Treatments for Electromagnetic Hypersensitivity.
  2. Electrohypersensitivity: State-of-the-Art of a Functional Impairmen.
  3. A systematic review of treatments for electromagnetic hypersensitivity. 
  4. Electromagnetic hypersensitivity: a systematic review of provocation studies. 
  5. Electromagnetic fields–effects on health.
  6. Electromagnetic Hypersensitivity: Evidence for a Novel Neurological Syndrome.
  7. Idiopathic environmental intolerance attributed to electromagnetic fields (formerly ‘electromagnetic hypersensitivity’): An updated systematic review of provocation studies. 
  8. Electrical hypersensitivity in humans–fact or fiction?
  9. Electromagnetic fields: low dose exposure, current update. 
  10. Field Exposure: A Review of the Literature
  11. Hypersensitivity of human subjects to environmental electric and magnetic field exposure: a review of the literature.
Nota final:
Durante la II Guerra Mundial se pudo observar como entre el personal que trabajaba en los alrededores de instalaciones de radar se observaba un curioso fenómeno, los militares percibían extraños clicks y zumbidos audibles pero que no eran emitidos por ningún aparato de las instalaciones. Años después el fenómeno fue descrito por el Dr. Frey, de quien recibe su nombreen el contexto de la Guerra Fría y hasta hoy seguimos sin tener del todo claro si el fenómeno se debe al aumento de la temperatura cerebral, la onda de presión creada entre cada pulso y pausa que resonaría en la coclea o la estimulación eléctrica de los nucleos auditivos del cerebro.
No son ondas del mal, pero está claro que sigue existiendo aun campo de investigación al respecto 😉

5 iruzkin

  1. […] Las ondas del mal y la humildad del científico medikuntzakoikasleak.com/2011/09/01/las-ondas-del-mal-y-l…  por A_Hugo hace nada […]

  2. Magnífico texto. Felicidades.

  3. ¡Viva la difusión! El textito te da para darle un par de nudos a tu red de pensar, me gusta. No sé cómo, pero cosas como ésta deberían llegar a más gente, sobre todo a medikuntzako ikasle gehiago.

    1. Agustin Sánchez · · Erantzun

      Hola….una pregunta: que quiere decir “medikuntzako ikasle gehiago”?

  4. Bravo.

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